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La pérdida de la menstruación, el precio para estar en la élite

El Diari ARA ha publicado un interesante artículo relacionado con la pérdida de la menstruación y en el cual me han pedido amablemente mi opinión. Dato el interés de este tema, cada vez más vigente, he querido compartir la traducción en español para que pueda ser accesible a todas aquellas a las que pueda interesar este tema. El artículo original se puede consultar aquí: Diari ARA: La pèrdua de la menstruació, el preu per estar a l’elit.

Los excesos nunca son buenos y pueden acarrear diversos quebraderos de cabeza. En el ámbito deportivo, se han vinculado a problemas cardíacos, obsesiones, trastornos alimentarios, desgaste físico y un aumento en el riesgo de lesiones. Sea por quitarle importancia o por un cierto tabú, hay aspectos más controvertidos o poco tratados abiertamente, como es el caso de la amenorrea, la pérdida de la menstruación debido a la práctica deportiva de alta intensidad, y que sufren un buen número de deportistas de élite. Las causas son multifactoriales, se basan en el estrés físico, pero también el estrés emocional y la dieta, que conllevan anomalías en el ciclo menstrual que pueden derivar en estados postmenopáusicos.

La atleta femenina con más proyección del año 2018 para la Unión de Federaciones Deportivas de Cataluña, la esquiadora y corredora de montaña Claudia Sabata, explica que el aumento de horas de entrenamiento y del nivel competitivas que hizo a principios del 2017 derivaron en algunas irregularidades en el ciclo, y ese año solo tuvo la menstruación en 3 ocasiones. «Eran reglas muy dolorosas. De hecho, eran no ovulatorias, que bajan por el efecto de la gravedad y no porque hayas generado suficientes hormonas», explica la corredora. Sabata solo ha menstruado una vez este año, en un descanso pasivo que hizo durante una semana. «Tu cuerpo no tiene energía o capacidad para hacer las hormonas necesarias, toda la energía la guarda para la actividad deportiva. Eras como una máquina de hacer horas de deporte», resume.

Otro de los numerosos casos es el de la corredora de montaña Sheila Avilés. Ya fuera o no por la práctica del deporte -entonces de menor intensidad-, su primera regla ya le vino tarde, a los 15 años, y siempre la ha tenido irregular. «Hace 3 años empecé a exigirme un poco más, y desde entonces solo la he tenido 1 o 2 veces al año. Incluso hice un período de descanso y no me bajó», explica otra de las corredoras del momento, que se ha colgado el bronce en el Mundial de trail de este año. Su amenorrea se debe al bajo porcentaje de grasa -«El resto funciona bien», asegura- y al estrés físico del entrenamiento, y dice que ahora mismo «es difícil que vuelva a tenerla por más que haga una ingesta alta y adecuada». Como Sabata, lleva un control con un médico y un nutricionista, y tampoco ha querido hormonarse: «Es una tontería. El cuerpo es sabio, si no baja es por algo, y no me gusta meterme ayudas extra en el cuerpo». Defiende que la recuperará el día que deje de hacer deporte intenso, que, si se toma algo, tampoco bajará bastante y que «hay alternativas más saludables, con la dieta, haciendo un período de descanso más elevado o con más ingesta de calorías».

Con 17 años, Laia Gonfaus tuvo la primera irregularidad en los mundiales jóvenes de skyrunning de agosto pasado, con un retraso de un mes. «Pienso que era por los nervios, pero se debe al aumento del volumen de trabajo, ya que nunca había entrenado tanto como este verano», explica. Aunque Gonfaus no ha vuelto a tener problemas desde entonces, este tema le preocupa: «Nunca me había pasado antes y me preocupa bastante, pero no sé qué remedio puedo poner si acabo teniendo amenorrea. Antes de hormonarme, miraría muy bien si tiene efectos secundarios, aunque puede ser un problema importante, se habla muy poco, incluso no sabía ni que tenía nombre», reflexiona.

Pero hay muchas deportistas que deciden hacer caso a la mayoría de médicos y hormonarse. Ariadna Arisó hace más de 8 años que compite en alto rendimiento -tiene 19- y desde los dos años de menstruar se medica cada 3 meses para que le baje. «A los 14 años entré en la residencia de alto rendimiento Joaquín Blume, y me dejo de venir de manera natural», explica. Ahora ha cambiado la natación sincronizada por el triatlón, y sigue con el mismo problema. «Los médicos me dicen que es normal, ya que solo tengo un 10 % de grasa, y que hormonarme es la única alternativa si no quiero dejar el deporte», explica. Arisó asegura que la medicación no le ha supuesto ningún problema ni ha supuesto ningún cambio para ella, pero recuerda que algunas compañeras no se medicaban por miedo a ganar peso, y podían pasar mucho tiempo sin tener la regla.

La tríada de la atleta

La amenorrea puede conllevar algún beneficio en el campo deportivo, como la regularidad de no tener que estar pendiente de los períodos menstruales, pero también problemas. La llamada tríada de la atleta es un concepto que, además de la propia amenorrea, incluye desórdenes alimentarios y, sobre todo, osteoporosis. Sabata defiende que no es directamente un problema para ella, ya que el gran impacto del deporte de montaña ayuda a la remodelación ósea -cosa que no pasa nada en la natación, por ejemplo-, pero Avilés teme lo que puede pasar en un futuro, ya sea por artrosis u osteoporosis, o fracturas de estrés.

El doctor en ginecología y obstetricia de la Women’s Carmona-Dexeus Francisco Carmona explica que, aunque el impacto protege, la tendencia es tener más osteoporosis y riesgo de fracturas. Por otra parte, «la falta de hormonas y ovulación puede influir en el rendimiento, los ligamentos se pueden hacer más elásticos y pueden tener peor rendimiento y, si el deportista cae en una lesión, la falta de hormonas hace que tarde más tiempo en recuperarse», argumenta el especialista. Considera que la tríada de la atleta puede ser un «problema serio» y que, como muchas veces las deportistas empiezan muy jóvenes, «todo el proceso de maduración de todo el sistema reproductor se puede ver alterado, se puede ralentizar, y se pueden dar problemas a largo plazo muy importantes».

Más allá del porcentaje muscular y de grasa, intervienen otros factores, como la alimentación o el estrés físico y emocional, lo que sugiere que se trata de una causa multifactorial. «También hay una tendencia natural que una mujer puede tolerar un estrés más alto o un porcentaje de grasa más bajo que otros», dice el doctor Carmona. «La falta de regla es la punta del iceberg, lo más grave es la falta de ovulación y falta de funcionamiento del ovario. La regla no ha dejado de funcionar, pero las consecuencias son las mismas, como los trastornos a largo plazo. Cuando recuperan el porcentaje de grasa adecuada, recuperan la regla, pero, si tienen la maduración alterada, les puede costar más», reflexiona el profesional.

Otros aspectos que preocupan a las atletas es cómo afecta a la fertilidad y a la maternidad, «ni los médicos lo tienen del todo claro», dice Sabata. El doctor Amat apunta que «no está demostrado que puede tener ningún efecto perjudicial, si la atleta se queda gestante con unas buenas condiciones físicas y, sobre todo, un peso normal». Mientras que el doctor Carmona asegura que el problema se podría cronificar y, entonces, se debería tratar.

Un problema común pero con poca información

Si en algo coincide todo el mundo es en la falta de información, estudio y debate sobre el tema. «Prácticamente todas mis compañeras tienen irregularidades, tal vez un 90 %. Solo conozco una a quien no le pasa, y más de un 50 % no tienen la regla, pero muy pocas llevan el control, la mayoría se toman anticonceptivos o lo dejan pasar», lamenta Sabata. Avilés destaca: «No te preocupas hasta que no te pasa». Ella se hizo pruebas para descartar otros problemas, Y después se dio cuenta de que le pasa a mucha más gente. «No se habla mucho, pero lo comentan en petit comité y el resto están igual. Se debería prestar más atención», sentencia. El doctor Carmona considera que se debe a que «no hay tantas de deportistas de élite», aunque «los médicos que se dedican directamente al deporte deberían tener más conocimiento, falta asesoramiento ginecológico».

El tratamiento de la amenorrea en las deportistas también genera discrepancias entre los profesionales. «He pasado por 7 médicos y todos me decían que tomará píldoras anticonceptivas, que no había alternativa, era eso o dejar de hacer deporte», explica Sabata. Avilés dice que le gustaría poder informar más para intentar que le baje de alguna manera: «También soy consciente de lo que puede pasar, como fracturas u osteoporosis, pero no he encontrado ninguna solución». Como la mayoría, el doctor Amat apuesta por el tratamiento hormonal siempre que se pruebe que las causas están directamente relacionadas con la práctica deportiva intensa, y previamente se haya intentado resolver adaptando «los aspectos alimenticios para recuperar un peso adecuado -por encima del 20 % – 25 % de la grasa corporal– y las cargas de entrenamiento».

Pero no todos los profesionales coinciden en que la solución sea tomar medicación para hormonarse. El doctor Carmona apunta, en primer lugar, que algunos anticonceptivos están prohibidos por ciertas federaciones deportivas, ya que algunos de sus componentes tienen efectos anabolizantes, que ayudan a subir el peso y la masa muscular, y, otras, «aunque no sean sustancias prohibidas, pueden llegar a serlo cuando metabolizan». Por esta razón, y para evitar el uso de medicamentos, en los casos de Sabata y otros deportistas, ha optado por crear un ciclo artificial utilizando suplementos de hormonas naturales, ya sea por vía oral o transcutánea, aunque este enfoque requiere más tiempo. Al mismo tiempo, trabaja en conjunto con una nutricionista para adoptar un estilo de vida con menos estrés. «El nivel de exigencia en este punto es muy alto», lamenta.

¿Deporte y rendimiento compensan?

Más allá de todo esto, la amenorrea puede ir de la mano de otros problemas secundarios, según explica Sabata, como sofocos, falta de deseo sexual o sequedad vaginal y cutánea, por tanto, como en un estado menopáusico. De hecho, los análisis de la deportista de Berga la sitúan en un estado postmenopáusico. «Es difícil tener una vida afectiva normal, ya que vives muchos aspectos desde otro punto de vista y puedes parecer una persona más fría, pero realmente solo lo eres en unos aspectos, y esto puede conllevar cambios en tu entorno», lamenta. Se trata de una pérdida progresiva y, por tanto, «no te das cuenta hasta que no llega a un estado más avanzado», dice.

Para estas deportistas, hacer deporte y la competición compensan la problemática, por lo que persisten. Sabata tiene claro que el deporte la hace feliz y, de haber conocido la problemática antes, habría seguido adelante de todas formas. «No solo es la competición, podría prescindir de ella, pero nunca dejaría de entrenar y hacer montaña», asegura. Avilés també valora muy positivamente mantener «un bajo porcentaje de grasa para rendir al máximo»: «Si no, no eres tan competitiva». «En el alto nivel tampoco se está muchos años, es una etapa, e imagino que después mi cuerpo volverá a la normalidad», añade la corredora de Igualada. En este momento, su prioridad es mantener «un buen rendimiento y llevar un control», dice que se siente «fuerte» y que la situación nunca ha afectado ni a su vida diaria ni a su capacidad para recuperarse de lesiones.

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